Archivos para marzo, 2012

UCR: Deshilachados

Publicado: marzo 8, 2012 en Sin categoría

Así parecieron quedar luego de las elecciones de octubre. A poco más de cuatro meses de los comicios, un panorama de lo que fue y lo que vendrá.


El esfuerzo y la estrategia no alcanzaron. Decidieron apuntar todas las energías a una concejalía que finalmente no se obtuvo; en el transcurso de la campaña esa decisión trajo aparejados más problemas internos que beneficios.

El partido a nivel provincial no vio con buenos ojos no tener candidato a intendente, hubo quienes comenzaron a agitar fantasmas de alianzas encubiertas con el gobierno municipal que afectaron tanto que el mismo presidente del Comité local y segundo candidato a legislador, se podría decir, se bajó de la campaña en el último tramo. Unos proponían salir a confrontar con el gobierno, otros, mantenerse en la postura de no agresión. Finalmente esas diferencias de criterio se transformaron en diferencias internas, y la fuerza de la tarea se comenzó a debilitar hasta desdibujarse y dar paso a la inmovilidad.

“Faltó trabajo”, coinciden algunos de los que llevaron adelante la campaña. ¿Por qué? Es la pregunta, y allí la respuesta se abre en un abanico. Porque se confiaron, porque la grieta abierta entre el mismo grupo paralizó las acciones, porque ni el mismo candidato a gobernador pisó El Calafate ya que, según pensaban algunos de su entorno, la diferencia con Peralta aquí era irreversible y optaron por multiplicar esfuerzos en zona norte.

Se llegó incluso a una situación límite cuando surgió el acuerdo con la Coalición Cívica y apareció Juan Carlos Martínez encabezando una lista que intentaron proteger con el paraguas partidario y el rechazo absoluto del Comité local tensó aún más la relación con la UCR  provincial. ¿Le quitó votos a Susana Toledo esa lista o los obtuvieron de otros ámbitos?

Casi solos, casi parias, los radicales enfrentaron una nueva campaña sin poder recuperar aunque sea en parte el espacio que supieron tener con el retorno a la democracia de 1983 luego del gobierno militar. Obviamente la polarización dentro del PJ fue otro de los argumentos esgrimidos como desencadenante del resultado, otra vez la Ley de Lemas jugaba a favor del oficialismo. Y la falta de recursos económicos, que bien se sabe, son indispensables para hacer proselitismo y propaganda.

Conseguir una autocrítica requirió de varios encuentros individuales con los responsables de la estrategia, la derrota electoral fue un terrible balde de agua fría que agudizó la quietud partidaria, hubo reuniones posteriores de análisis entre aquellos que iban al Comité pero no se llegó a dar a conocer una posición pública al respecto, hubo que reconstruir la historia como un rompecabezas.

Recién a finales de febrero algunos de esos dirigentes y militantes se volvieron a juntar y es lógico que así suceda: este año habrá renovación de autoridades partidarias, y algo deberán acordar si quieren tener aspiraciones a futuro. Hay quienes plantean una depuración, que finalmente se queden los que quieran estar para trabajar en una institucionalidad hoy casi inexistente, hay quienes pretenden cumplir su palabra de campaña  y aún sin banca, tener una presencia activa en el Concejo Deliberante, llevando propuestas y participando de las sesiones.

Como en cada elección, los radicales debieron enfrentar con la misma energía al adversario político y las diferencias internas, el alineamiento del oficialismo los arrolla cada cuatro años, y todavía no han encontrado la manera de revertirlo o al menos, atenuarlo.

La fiesta de los otros

Publicado: marzo 5, 2012 en Sin categoría

Las banderas argentinas fueron reemplazadas por las sectoriales partidarias, los vecinos por militantes, los anfitriones fueron espectadores, las vallas, protagonistas centrales para que el motivo que nos convocaba en vez de unirnos nos mantuvieran separados.

La palabra es tristeza. Eso sentí cuando observé de que manera los lugares de privilegio que antes eran ocupados por vecinos entusiastas por ser parte de una fiesta que se siente propia, se invadían por otros que vaya a saber que tan informados estaban de por qué ese día, nosotros estábamos allí.

Banderas acompañadas de aliento político partidario que tapaban la visión de quienes a diferencia de otros años, no les quedó más remedio que desplazarse hacia el boulevard u ocupar espacios entre medio de la formación militar que dicho sea de paso, no recibió ni efectuó el saludo de rigor.

Ni el propio intendente municipal de El Calafate pudo esta vez, hacer uso de la palabra. Impensado, ilógico, ¿intolerable?. Es muy claro que en este tipo de celebraciones estando la presidenta de la Nación el eje central de la ceremonia es su presencia y su investidura, eso está fuera de toda discusión y es razonable que así sea. Lo incomprensible es que no haya habido un espacio para el anfitrión, para quien nos representa, elegido categóricamente por el voto popular. Que se haya desplazado a la ciudadanía local por los militantes foráneos, tan argentinos como nosotros, es cierto, y que tienen todo el derecho del mundo de estar presente: pero el asunto es en que lugar y para que.

Hasta parecía de una película de Fellini ver flamear las banderas de la Cámpora a espaldas del gobernador Daniel Peralta, quien a pocos días de asumir su segundo mandato sufriera los embates de ese sector, renuncia de funcionarios y declaraciones públicas de por medio.

Y ni que decir cuando al finalizar el acto armaron el pasillo con los palos de esas mismas banderas para facilitar la salida de la presidenta. ¿No es esa función de las fuerzas de seguridad? ¿Con qué autoridad, en que norma se encuadra que alguien como yo, un ciudadano de a pie, me diga lo que tengo o no que hacer? ¿Por qué debo ser empujado hacia donde no quiero ir? ¿Por qué muchos no pudimos cubrir la inauguración del nuevo Jardín de Infantes, hecho de suma importancia para nuestra comunidad, porque se nos impidió la entrada? ¿Por qué estar allí, en la plaza, era más distante que verlo por televisión?

Sentí que una fiesta que siempre fue popular, de todos, independientemente del sector político al que pertenezca el vecino – de eso se trata este tipo de conmemoraciones – se transformó en un acto partidario.

La palabra es tristeza, más aún, cuando durante varios días después del 15 de febrero, mientras daba vueltas en mi cabeza el texto que consideraba debía dejar plasmado en esta página, fueron muchos los que me plantearon lo mismo, unos del palo del gobierno, y otros que no. Y allí surgió otra palabra: desilusión, percibí nuevamente aquella misma que sintieron muchos por las calles de El Calafate cuando quisieron y no pudieron despedir los restos de Néstor Kirchner, que se vieron privados de ese último adiós.

Estas líneas no surgen para herir la susceptibilidad de nadie, tampoco para agraviar, menos aún para que alguien se tome el trabajo de buscarle un trasfondo político, son las manifestaciones de algo que sentí ese día, y que con el transcurrir de las horas, me di cuenta que no solo me pasó a mi.

Fernando Goyanes